Despidieron a la noche abrazadas, una sobre la otra. Sus respiraciones acompasadas silenciaron el tic-tac del reloj. Al despertar, descubrieron que nada habia sido un sueño.
Nos conocimos en la red. Compartimos espacio y nos gustamos desde el primer momento en que nos vimos. Sólo duró un instante, de repente la red se abrió y todos nos desperdigamos en el barco.
Aquella luz me dio en los ojos. Era la primera vez que alguien me interrogaba de esa manera. No tenía nada que ver con el asesinato del policía por el que me preguntaban. Yo sólo estaba leyendo el libro que me regalaron en mi cumpleaños y al llegar a la página 128, el policía cayó al suelo herido de muerte. A lo lejos se oyeron unos pasos y algunas luces se encendieron. Entonces cerré el libro.