ESAS PEQUEÑAS COSAS

Estaba dispuesto a coger el primer tren que fuese hacia el sur. Quería romper con todo lo que martilleaba su cabeza. Todos los días la misma rutina. No tenía dinero, su madre le obligaba a hacer la cama todos los días, la maestra no se daba cuenta de que los decimales no eran importantes para su vida, y la niña que le gustaba, ni siquiera sabía que existía. Pensando, se dio cuenta de que el sur quedaba muy lejos, y además, había quedado con sus amigos para bañarse en el río.

CAMINO EQUIVOCADO

Cuando me encontré con Caperucita Roja me di cuenta de que había equivocado el camino, y recordé lo que me dijo la bruja buena: “Sigue el camino de baldosas amarillas”.

MIRONES

Si ustedes son los que juegan al fútbol, ¿por qué tengo yo que subir a por la pelota?, preguntaba la pequeña Lucía mientras se agarraba al tronco del árbol.

APUESTA

"Cuando yo quiera, lo dejo", dijo Pedro, retándonos a apostar. Apostamos y perdimos. Hoy hace un año de aquello. Hoy hace un año que dejó este mundo por voluntad propia.

BUEN GUSTO

Ayer encontré unas sandalias blancas de Jimmy Choo debajo de la cama. No se con quién me engañará mi marido, pero desde luego, tiene buen gusto.

REBAJAS

“Llévame, yo también estoy de rebajas”, se podía leer en el cartel del mendigo de la puerta de El Corte Inglés.

LOCURAS

Don Quijote, en uno de sus arrebatos de locura, salió de la novela de Cervantes dispuesto a vivir nuevas aventuras. En el volumen vecino fue a entrar. Lisístrata y sus amigas, hartas de su abstención, le dieron una calurosa bienvenida.

MI HOMBRE LOBO

Me regaló un peluche para que no le echara de menos por las noches.

QUERIDOS REYES MAGOS....

Este año no me voy a dormir. Cuando los tenga delante, les preguntaré porqué nunca me traen la muñeca que llora con todos sus accesorios, ¡con lo que a mi me gusta! Y eso que en la carta, todos los años, lo pongo bien claro: Queridos Reyes Magos: me llamo Pablo, este año espero que no se os olvide traerme la muñeca que llora…

REGALO DE CUMPLEAÑOS

Desde su ubicación, en el tejado, ajustó la mirilla. Sería silencioso y rápido, como siempre, el capitán no tendría tiempo de reaccionar. Lo divisó, allí estaba en el jardín de su casa, con sus hijos y su mujer. Hay más niños, parece un cumpleaños. En ese momento, se acordó de su familia. Los echaba de menos. Después de arruinarse tuvo que aceptar aquel trabajo de asesino a sueldo, su fama de gran francotirador en la guerra le abrió muchas puertas.

Una gota de sudor recorrió su frente, y su cuerpo se heló. Apuntó y disparó. La piñata saltó por los aires, los niños gritaron y corrieron a recoger los caramelos.