Cuando llegué a nuestra casa de campo me acordé de ella. Allí estaba, escondida en el garaje bajo una manta con la pintura comida por los años. El faro delantero roto, y pinchada la rueda trasera, pero con el mismo encanto que enamoraba a las chicas del pueblo. Con todo el tiempo del mundo me puse manos a la obra. Este será el mejor verano de mi vida.