Reconoció su creación en cuanto la vio. Las líneas perfectamente trazadas, cada curva en su sitio, simetría en la figura, rebosante de color y armonía. A simple vista no se apreciaba fallo alguno, era perfecta. Una fachada impecable. No había duda, aquella niña era hija suya.
Tragaldabas
Hace 1 día
Bien por el conocedor.
ResponderEliminar