Desde su torre de socorrista soñaba con verla todas las tardes cuando se ponía el sol, a lo lejos, sentada en las rocas. Estaba enamorado de su pelo largo, sus brazos interminables, su sonrisa eterna y su cuerpo esbelto, desde la cabeza hasta la punta de su cola.
Cariño, tenemos un poema (Accésit Rincón de la Victoria)
Hace 21 horas
Magnífico... Me encanta el giro del final...
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