sábado, 20 de marzo de 2010

AL FINAL DEL VIAJE

El tren paraba en todas las estaciones como siempre, pero nadie subía. Desde dentro, miraba incrédula a los “no” viajeros en el andén que con caras de espanto miraban el tren, pero nadie subía.
Llegó mi parada. Mis tres compañeros de vagón me miraron. En sus ojos compasión, y en los míos miedo por no saber lo que me esperaba. Se abrió la puerta y al salir algo me golpeó la cabeza. Volví la vista hacia arriba, la bruja con su escoba en la mano, se reía de mí.

1 comentario:

  1. Para mí lo veo como un sueño de infancia recurrente, donde el tren es lo repetitivo y la bruja la que me despierta.

    Blogsaludos

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