Era uno de mis sueños de niño, matar a mi padre. Lo hice sin que se diera cuenta. Un café muy cargado y con unas gotas de arsénico le esperaba en el desayuno. Se lo tomó rápido, y mientras leia el periódico, cayó al suelo. Murió en el acto.... En ese mismo momento sonó el despertador y la voz de mi padre retumbó en mi habitación: ¡A desayunar!
sábado, 10 de septiembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Espero no tener nunca niños como ése... ¡qué miedo!
ResponderEliminarcasi tanto así lo quiero a mi papá
ResponderEliminar