Me desperté empapado en sudor, las manos ensangrentadas y un cuchillo de grandes dimensiones a mi lado. La cabeza me daba vueltas y vi que todos me miraban. “Vamos chaval, que este cerdo todavía te está esperando”, dijo mi abuelo, mientras limpiaba el cuchillo en el delantal.
Criptografía
Hace 5 días
Yo sé de eso.
ResponderEliminar=)
Besos niña sencilla, me encanta lo que haces. Con tan poquito haces mucho.
Buen día!
M.m.
Que imagen tan fea... pero qué rico el cerdo. :D
ResponderEliminarJo, que cerdada desde luego. Nunca he matado a un animal y menos a una persona jejeje.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Es un placer visitarte.
Un abrazo.
Como siempre jugando con el desconcierto en tus relatos para meter al lector en tu pequeña narración y, como siempre tambien , con un final inesperado.
ResponderEliminarMuy bien .
un gran abrazo amiga .